sábado, 20 de octubre de 2012

París

Tal día como hoy, 20 de Octubre de 1740, comienza la "Guerra de Sucesión Austríaca", que comenzará enfrentando a Prusia y Austria por el dominio del Sacro Imperio Romano Germánico, y acabará arrastrando a todas las potencias europeas.

Muchos acompañarían esa palabra con la frase "la ciudad de..." pero la verdad es que creo que no es necesario. El simple nombre de París me evoca tantas cosas que con nombrarla, con escribirla, con leerla mientras escribo este artículo, es más que suficiente para que se me pongan los vellos de punta.

París es la segunda gran ciudad que he visitado, la primera fue Madrid, pero lo hice solo durante dos días y con fines no turísticos, por lo que apenas pude ver la Puerta del Sol y la Gran Vía y, eso sí, comerme un buen bocadillo de calamares.

Pero volvamos a París. Es una ciudad formidable, cada cm de ella, cada calle, cada plaza, cada monumento, cada museo, es único e irrepetible, y es una parte imprescindible de esta belleza de ciudad. En este repaso virtual quisiera pararme un poco en cada sitio, me dejo muchísimas cosas, el barrio de los pintores, las Galerías Lafayette, los Champs Elysees con sus múltiples tiendas, y tantas y tantas cosas. París es, entre otras, inabarcable. Creo que iría mil veces más y no sería capaz de conocerla del todo, y cada día me sorprendería de una cosa nueva.

Parisino vestido de momia egipcia junto al Arco del Triunfo

No sabría decir una sola cosa con la que quedarme de París. Evidentemente, el Arco del Triunfo es un monumento bello. La Torre Eiffel es formidable, única, el faro de París, que la ilumina de noche y que es su orgullo durante el día.

No fui capaz de hacer la típica foto como si tocara la Torre Eiffel, así que me conformé con ésta.
También recuerdo con nostalgia el monumento a Napoleón, aunque no puede considerarse como tal. Es un mausoleo dedicado a grandes generales y dirigentes franceses, fundamentalmente militares. Entre ellos estaba su hermano menor, Pepe Botella (José I de España, bonito nombre por cierto :D ). En el centro, bajando una escalerilla, esta la tumba de Napoleón. Creo que se merece un homenaje mucho más grande, pero de todos modos el momento fue único. No había apenas gente, y tampoco lo entendí. El mausoleo se encontraba junto a un Museo Militar en el que había de todo, incluidas réplicas de tanques y aviones.
El mausoleo y tumba de Napoleón, por su valor simbólico e histórico, son para mi inolvidables.

El río Sena, con su paseo lleno de stands de mercadillos, dónde los parisinos humildes venden postales, libros, revistas, relojes, postales, camisetas, llaveros, postales, discos de vinilos antiguos, cuadros, postsales...Pasear por ese río, con los enormes museos y edificios clásicos alrededor, es sin duda una experiencia única. Hacerlo además con una persona que en ese momento era importantísima para mi, fue algo que jamás podré sacar de mi mente.
El estanque junto al Museo del Louvre. Sencillamente genial. Sus sillitas y tumbonas verdes, muy graciosas y súper efectivas.
Pero por encima del Sena, tal vez por lo relajante que fue llegar allí, y por lo inesperado del encuentro, me quedo con el estanque del Louvre, como yo lo llamé. Justo al salir del museo, paseando en un parque enorme entre miles de turistas y de parisinos, y entre decenas y decenas de puestos ambulantes de crepes, perritos, agua y refrescos, se encuentra uno con un estanque (de hecho eran varios), rodeado por miles de butacas y sillas verdes. Uno llega al atardecer, reventado de andar todo el día por París, y se sienta allí, pone los piesecillos junto al agua, y se relaja, se relaja, y duerme si quiere. Sencillamente genial.
Notre Dame. Sobran las palabras.
Las gárgolas me encantaron, eran entre graciosas y tétricas.
Otro de los momentos especiales fue Notre Dame. La catedral de París, además de ser la sede de la leyenda del Jorobado, que se dice tocaba las campanas de su torre, es muy bonita. De un estilo arquitectónico que desconozco, es preciosa, y enorme. Pero aún así, me quedo con la Saint Chapelle. Es una capilla chiquita chiquita, escondida entre mastodontes como la Oficina de Policía, a dos calles de distancia de la archiconocida Notre Dame. Esta capilla es la más preciosa que vi jamás. No tengo suficientes conocimientos de arte, así que baste con una foto, que dice más que mil palabras de un necio artístico como yo:
Las paredes policromadas, el techo y, sobre todo las enoooormeees vidrieras, hacen de esta capilla la más bonita que vi jamás.
¿Y qué decir del Museo del Louvre?¿No dije que no iba a destacar nada de París por encima del resto? ¡Mentí! Tengo que destacar el Louvre. Dicen que junto al British Museum, es el mejor del mundo. Como no conozco el British, sólo puedo decir que es el mejor que vi jamás. Me perdería por sus muchísimas salas durante meses, sin necesidad de nada, de nada más que contemplar pasmado cada uno de sus centenares de miles de cuadros (no sé si exagero, pero eran muchísimos, incontables).
Napoleón en el Palacio de Versalles

Y para finalizar, uno esa imagen a dos de las cosas más bellas que quedan por contar de Francia. Porque ni los crepes son únicos de París, ni Versalles está, de hecho, en la capital del Sena, sino que está en otra provincia. Comer crepes y perderse por el Palacio de Versalles y sus jardines, es algo que a buen seguro Luis XIV, el Rey Sol, hizo muy a menudo.

En París, nada mejor que un crepe para saciar el hambre.
La cama de una de las princesas del Palacio de Versalles


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