domingo, 21 de octubre de 2012

¡Que los ricos no acaben con los Estados!

Tal día como hoy: el 21 de Octubre de 1879, Thomas Edison logró que una bombilla durara encendida durante 48 horas ininterrumpidas.

La crisis, que empezó siendo económica, ha llegado ya a tales cotas que traspasa los propios márgenes de la economía mundial. Es una crisis más allá, es también una crisis política, con un descrédito creciente de los gobiernos y de los partidos políticos. La ciudadanía cada vez se siente menos representada por sus gobernantes y por sus ministros, presidentes y diputados. El 15M, los movimientos indignados que sacuden desde hace más de un año Europa y el mundo occidental, la Primavera Árabe del año pasado, y más recientemente el movimiento "Rodea al Congreso" del 25S, dan buena cuenta de hasta qué punto políticos y ciudadanos, representantes y representados, se sitúan en dos colinas separadas por una enorme brecha.

El último sondeo del CIS da prueba de ello. Hace dos semanas el Centro de Investigaciones Sociológicos publicaba que el 26% de los ciudadanos consideran a la clase política como principal problema de la sociedad, entrando ya en el Top 3 junto a la crisis económica y al desempleo. Es además la cifra más alta de descrédito que ha tenido la clase política desde que se hacen mediciones de este tipo.

Es normal que mientras que la economía cae, el desempleo sigue aumentando, y alcanza ya el 25% de los trabajadores y el 50% del conjunto de jóvenes; y mientras los universitarios siguen marchándose del país rumbo a Alemania, Francia o EE.UU.,la gente se acuerde de los casos de corrupción que llenaron España durante la época del ladrillo y de bonanza económica. Sueldos millonarios, coches oficiales, dietas y gastos a mansalva, Rajoy con el puro y el jamón de 120 euros el kilo, familiares en cargos públicos, obras licitadas en empresas propias o de amigos...todo, todo es una auténtica vergüenza, y todo ello aumenta la indignación de los ciudadanos y su desapego de la política tradicional.

Como ya hemos visto, la crisis económica ha derivado en política, y al ocurrir ésto, inmediatamente se traslada a una crisis de valores. La democracia, la libertad, la pluralidad, el progreso social...todo se ha visto alterado. Los conceptos antes mencionados ya no son defendidos de forma plausible por muchas personas. En Grecia, un partido abiertamente nacionalsociaista logró entrar al parlamento. En sondeos realizados en el mes de Septiembre de este año, ya lo citan como la tercera fuerza del país, con más del 10% de los apoyos, y en las calles de los barrios más humildes sus cacerías de inmigrantes y sus marchas negras siguen llenando de miedo al pueblo, mientras que con tácticas demagógicas se ganan el apoyo de muchas familias obreras en grave carestía.

Cuando hay hambre, cuando hay miseria, cuando Caritas o Cruz Roja denuncian que 8 millones de españoles ya solicitan comida o ropa en sus sedes, la gente olvida las cosas secundarias. Hay toda una serie de estudios sobre la materia, sobre las necesidades, y sobre como el ser humano prioriza el comer, el vestir y el tener un techo al resto de necesidades secundarias. La más clara y fácil de entender, y la más extendida por tanto entre los sociólogos, es la pirámide de Maslow.






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Cómo podemos ver, las necesidades fisiológicas eliminan de la mente de la gente el resto de elementos como la seguridad, la afiliación o el reconocimiento.












El pueblo español sufre. Se compone en su inmensa inmensa mayoría de trabajadores en paro o precarios, jóvenes universitarios sin empleo, otros jóvenes que no encuentran trabajo pero a los que las reformas educativas neoliberales de Wert dejan sin posibilidad de estudiar, pensionistas que ayudan con su paga al resto de la familia, amas de casa acuciadas por las deudas del hogar, pequeños empresarios que cierran sus negocios, PYMEs que dan servicios pero no cobran de sus acreedores y principalmente acumulan impagos de la Junta de Andalucía, clases medias empobrecidas (profesores, médicos, todos ellos con reducciones salariales o despedidos en las reformas del sector público de Zapatero y luego de Rajoy)...la lista es larga.

Y mientras nosotros sufrimos, la ofensiva neoliberal y casi suicida de los grandes economistas, grandes empresarios y banqueros de la UE y del resto del mundo occidental-capitalista continúa. Ya han destrozado, al menos en España y en los países del sur de Europa, el modelo de Estado del Bienestar. Ya se han cargado la base de la justicia social y de la igualdad que los partidos socialdemócratas construyeron, en parte como muro de contención del comunismo y los ideales de emancipación obrera. Cómo el comunismo cayó en los 90, se hizo innecesario este muro social, y ahora la minoría poderosa, la minoría que tiene el dinero y controla el poder, pretende quedarse también con las migajas que iban lanzando a las clases humildes para que, cuál palomas, siguieran comiendo de la mano del poderoso.

La ofensiva continúa, y tras cargarse el Estado del Bienestar, y dejarlo en Estado a secas, ahora también pretenden cargárselo. Van a por la sanidad pública. La educación secundaria y de bachillerato privada ya está plenamente asentada en nuestro país, y cada día recibe más y más fondos en detrimento de la pública. Ahora van a por las Universidades. Se excusan en la crisis, pero el Proceso de Bolonia se marcó a inicios del presente siglo y tenía como horizonte el 2015. Disminución de la inversión pública en las Universidades, entrada del sector privado, y entrada de bancos y empresas en los órganos de control y decisión de las Universidades Públicas. Cada día se crean nuevos centros privados de educación superior y universitaria, cada día hay menos fondos para la pública, cada día menos dinero para becas, cada día tasas más altas. Pretenden cargarse el Estado, pretenden acabar con la protección de lo público, y exponer a las clases trabajadoras a salarios de 400 euros (los minijobs alemanes), a empleos de 10 horas (¿recuerdan el intento de jornada de 65 horas que se impulsó en la UE con resultado infructuoso?), a jubilaciones sin pensión, al fin de las vacaciones pagadas. La ofensiva neoliberal continúa su sendero. La inició Milton Friedman, diciendo que El Estado debía mantenerse alejado de los intereses económicos y dejar funcionar a la empresa privada. Su teoría del shock, mediante la cuál deben producirse pseudocrisis que cieguen a la población y la sobreendeuden para que acepten recortes sociales y den entrada a las teorías neoliberales, sigue su curso. No es nuevo, la Escuela de Chicago ya la propuso hace 40 años, y Friedman, adalid del neoliberalismo y firme apoyo de gobiernos como los de Thachter en Inglaterra y Pinochet en Chile, ha logrado influir en todos los gobernantes hasta dejar que el neoliberalismo sea casi la única salida prevista para el futuro.

¡No nos dejemos engañar! Si para algo sirve el Estado, es para lograr una redistribución de la riqueza y para lograr un cierto margen de justicia social y de igualdad entre todos los ciudadanos. Si nos cargamos la enseñanza pública, la sanidad pública, si dejamos sin cobertura social al pueblo, cada vez habrá más pobreza. No dejemos que nos engañen, luchemos por nuestros derechos, por un empleo digno, por un nivel de vida adecuado al siglo XXI, y no al siglo XIX. Quieren destruir el Estado para que los pobres seamos sus esclavos, y para tener cada vez más beneficios, y utilizan el sentimiento antipolítico del pueblo para ahondar en ello.

¡Que los ricos no acaben con los Estados!

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